La llegada de los participantes fue graciosa. Todos con buen humor y en sus ojos se veía la ilusión de iniciar este deseado retiro de silencio y meditación. Después de acomodarnos en las habitaciones, pasamos por el programa de los dos días que teníamos por delante para luego evitar dudas y la necesidad de hablar.
Iniciamos el "ritual" con una meditación guiada por los chakras, creando los espacios necesarios para recibir el prana, para "desconectar" en ciertos aspectos y "conectar" con la consciencia, que se despliega, cuando estás realmente en silencio - cuerpo y mente unidos en la serenidad. El flujo energético estaba muy presente y así iniciamos las prácticas físicas de Asana y Pranayama.
Al terminar la práctica matinal, todos muy hambrientos. El desayuno nos esperaba. Muesli, fruta, y mucho más para el placer culinario. Agradecidos por poder compartir esos momentos en la mesa, en absoluto silencio, disfrutando de los sabores y aromas, de la luz del sol que acariciaba la piel, acompañada con un suave viento. Supimos disfrutar de los momentos de introspección con gratitud. El equipo se mostró muy armonioso y eficaz. Había manos que ayudaban en todos los aspectos para poner orden en la cocina. Una gran actitud y colaboración en todos los aspectos. Ángeles en el Sunshinehouse...
Para la caminata por el campo fuimos equipados con un grande saco de basura. En el camino de regreso iríamos recogiendo la basura que la gente deja por el campo inconscientemente (...). La limpieza de Tierra Madre es nuestra responsabilidad. A la vez, una limpieza interior. Encontramos un lugar estupendo para meditar y practicar Tai Chi, en medio de un campo de olivos. La energía que se sentía era palpable, inspiradora, tan presente como nunca. El brillo del sol y los colores tan intensos, dignos de ser saboreados en cada instante. El aroma de la tierra y su color despertaban solo gratitud por tanta bondad y belleza que se nos ofrecía.
De regreso a la hora de comer, descansando antes y digiriendo las impresiones. El grupo se dedicaba a la lectura, a crear y pintar Mandalas, a preparar la mesa. Su labor en silencio y disfrutando de estas nuevas experiencias. La armonía se desplegó también en la cocina y el cocinero se sentía en perfecta armonía con su labor y todos saboreando los diferentes gustos, las especies los colores. Poder comer en silencio, compartiendo los momentos más sagrados de nuestro día a día tiene una magia indescriptible. Cuando los sentidos disfrutan, sobran las palabras...
Dedicamos la tarde a la meditación y el recogimiento. Algunos dedicándose a su labor que habían iniciado por la mañana. La práctica de Yoga por la tarde se concentró mayoritariamente en Pranayama. Solo algunos ejercicios de estiramiento que se apreciaban entre tanto. Crear y saber conservar ese espacio interior. Pranayama es una "actitud". En todo momento debemos ser conscientes de nuestra respiración. Ella nos conduce a la serenidad y al silencio, para saber escuchar y aprender el lenguaje del alma.
La cena nos esperaba con una sopa de verduras calentita y empanada casera.
Siendo el primer día, para algunos la primera vez en su vida, abrimos un corto espacio para hablar de las primeras impresiones. No me esperaba tanta risa y comentarios graciosos. Algún u otro comentaba lo "duro" que era permanecer en verdadero silencio interior. Un deseo casi insuperable de comunicarse, de hablar, aunque fuera con sigo mismo... La recogida de basura que tan graciosa fue, incluso llevándonos un neumático de coche que malamente sabíamos transportar en el terreno desigual de los campos. Una corta introspección recordando los principios y el objetivo de nuestra "misión", clausuró el primer día de convivencia en silencio.
La noche y el descanso se acercaron y finalizamos el día tan alegre como comenzó, pero en silencio...en paz...agradecidos. No todos iban a dormir bien. Nuevo espacio, nuevas impresiones, algo de frío sorprendente para esta temporada del año, demasiado silencio y demasiadas ganas, en algún caso, de romper el "sacrificio". Así se comentaban las impresiones al final del retiro en la ronda del "feedback".
Básicamente iniciamos el segundo día igual que el primero y temprano nos fuimos a la caminata, esta vez llegando a la "cueva del agua" del Cabezo Gordo, un monte cercano, emblemático para esta región. El aparcamiento estaba repleto de coches. ¿Habría sido una mala elección, venir a este lugar precisamente hoy? Eso parecía, pero me vi equivocado en mis suposiciones y prejuicios. Gracias por una lección más. A ver cuándo caigo y aprendo en estas situaciones a mantenerme sin opinión y sin emoción. El numeroso grupo de gente eran sordomudos y parecían tener conversaciones bastante animadas...! "Gracias por el silencio" fue mi primera reacción. Una caminata hacia la cueva lenta y centrados en los pasos, en las impresiones, los sonidos de la naturaleza, el brillo del sol...tantas cosas que ocurren en un mismo momento, que difícilmente se captan con la mente. Pero el corazón tiene el espacio adecuado para recibir todas estas sensaciones de felicidad. En la llegada paramos para hacer Tai Chi con una maravillosa vista al Mar Menor y al Campo de Cartagena. La luz era especial y la fuerza de la energía que inmediatamente invadía el cuerpo era impresionante. En la cueva nos recogimos para meditar, encender una vela para purificar este espacio sagrado tan profundo y aprovechamos la bella resonancia para recitar un mantra. Espero que les haya agradado a todos los seres invisibles que habitan la cueva. Creo que sí, porque hemos podido disfrutar de estos momentos a solas, sin otros visitantes. Sorprendente, ya que era bien frecuentada. El momento justo, en el lugar justo...
El resto del día se estructuró de manera parecida al anterior. Para clausurar nuestra convivencia hubo un resumen y una explicación sobre los mantras en incluso nos atrevimos a cantar Hare Krishna. Inicialmente faltaba algo de entusiasmo. Parecía como si el silencio se hubiese apoderado de nuestro ser... Parecía que nadie de los participantes quisiera articularse. Sin embargo conseguimos una o dos estrofas en voz alta y melodiosa. Los comentarios resumiendo las impresiones fueron gratificantes e instructivos para poder hacerlo mejor la próxima vez.
Bellas experiencias, momentos felices que perduran hasta hoy. El silencio es una actitud. Estamos siempre a un pensamiento del silencio. Basta acordarse de su belleza y de su importancia para nuestro desarrollo espiritual.
Muchas gracias por hacerlo posible - por vuestra confianza y por lo que he podido aprender de vosotros.
Namaste
José Antonio
Iniciamos el "ritual" con una meditación guiada por los chakras, creando los espacios necesarios para recibir el prana, para "desconectar" en ciertos aspectos y "conectar" con la consciencia, que se despliega, cuando estás realmente en silencio - cuerpo y mente unidos en la serenidad. El flujo energético estaba muy presente y así iniciamos las prácticas físicas de Asana y Pranayama.
Al terminar la práctica matinal, todos muy hambrientos. El desayuno nos esperaba. Muesli, fruta, y mucho más para el placer culinario. Agradecidos por poder compartir esos momentos en la mesa, en absoluto silencio, disfrutando de los sabores y aromas, de la luz del sol que acariciaba la piel, acompañada con un suave viento. Supimos disfrutar de los momentos de introspección con gratitud. El equipo se mostró muy armonioso y eficaz. Había manos que ayudaban en todos los aspectos para poner orden en la cocina. Una gran actitud y colaboración en todos los aspectos. Ángeles en el Sunshinehouse...
Para la caminata por el campo fuimos equipados con un grande saco de basura. En el camino de regreso iríamos recogiendo la basura que la gente deja por el campo inconscientemente (...). La limpieza de Tierra Madre es nuestra responsabilidad. A la vez, una limpieza interior. Encontramos un lugar estupendo para meditar y practicar Tai Chi, en medio de un campo de olivos. La energía que se sentía era palpable, inspiradora, tan presente como nunca. El brillo del sol y los colores tan intensos, dignos de ser saboreados en cada instante. El aroma de la tierra y su color despertaban solo gratitud por tanta bondad y belleza que se nos ofrecía.
De regreso a la hora de comer, descansando antes y digiriendo las impresiones. El grupo se dedicaba a la lectura, a crear y pintar Mandalas, a preparar la mesa. Su labor en silencio y disfrutando de estas nuevas experiencias. La armonía se desplegó también en la cocina y el cocinero se sentía en perfecta armonía con su labor y todos saboreando los diferentes gustos, las especies los colores. Poder comer en silencio, compartiendo los momentos más sagrados de nuestro día a día tiene una magia indescriptible. Cuando los sentidos disfrutan, sobran las palabras...
Dedicamos la tarde a la meditación y el recogimiento. Algunos dedicándose a su labor que habían iniciado por la mañana. La práctica de Yoga por la tarde se concentró mayoritariamente en Pranayama. Solo algunos ejercicios de estiramiento que se apreciaban entre tanto. Crear y saber conservar ese espacio interior. Pranayama es una "actitud". En todo momento debemos ser conscientes de nuestra respiración. Ella nos conduce a la serenidad y al silencio, para saber escuchar y aprender el lenguaje del alma.
La cena nos esperaba con una sopa de verduras calentita y empanada casera.
Siendo el primer día, para algunos la primera vez en su vida, abrimos un corto espacio para hablar de las primeras impresiones. No me esperaba tanta risa y comentarios graciosos. Algún u otro comentaba lo "duro" que era permanecer en verdadero silencio interior. Un deseo casi insuperable de comunicarse, de hablar, aunque fuera con sigo mismo... La recogida de basura que tan graciosa fue, incluso llevándonos un neumático de coche que malamente sabíamos transportar en el terreno desigual de los campos. Una corta introspección recordando los principios y el objetivo de nuestra "misión", clausuró el primer día de convivencia en silencio.
La noche y el descanso se acercaron y finalizamos el día tan alegre como comenzó, pero en silencio...en paz...agradecidos. No todos iban a dormir bien. Nuevo espacio, nuevas impresiones, algo de frío sorprendente para esta temporada del año, demasiado silencio y demasiadas ganas, en algún caso, de romper el "sacrificio". Así se comentaban las impresiones al final del retiro en la ronda del "feedback".
Básicamente iniciamos el segundo día igual que el primero y temprano nos fuimos a la caminata, esta vez llegando a la "cueva del agua" del Cabezo Gordo, un monte cercano, emblemático para esta región. El aparcamiento estaba repleto de coches. ¿Habría sido una mala elección, venir a este lugar precisamente hoy? Eso parecía, pero me vi equivocado en mis suposiciones y prejuicios. Gracias por una lección más. A ver cuándo caigo y aprendo en estas situaciones a mantenerme sin opinión y sin emoción. El numeroso grupo de gente eran sordomudos y parecían tener conversaciones bastante animadas...! "Gracias por el silencio" fue mi primera reacción. Una caminata hacia la cueva lenta y centrados en los pasos, en las impresiones, los sonidos de la naturaleza, el brillo del sol...tantas cosas que ocurren en un mismo momento, que difícilmente se captan con la mente. Pero el corazón tiene el espacio adecuado para recibir todas estas sensaciones de felicidad. En la llegada paramos para hacer Tai Chi con una maravillosa vista al Mar Menor y al Campo de Cartagena. La luz era especial y la fuerza de la energía que inmediatamente invadía el cuerpo era impresionante. En la cueva nos recogimos para meditar, encender una vela para purificar este espacio sagrado tan profundo y aprovechamos la bella resonancia para recitar un mantra. Espero que les haya agradado a todos los seres invisibles que habitan la cueva. Creo que sí, porque hemos podido disfrutar de estos momentos a solas, sin otros visitantes. Sorprendente, ya que era bien frecuentada. El momento justo, en el lugar justo...
El resto del día se estructuró de manera parecida al anterior. Para clausurar nuestra convivencia hubo un resumen y una explicación sobre los mantras en incluso nos atrevimos a cantar Hare Krishna. Inicialmente faltaba algo de entusiasmo. Parecía como si el silencio se hubiese apoderado de nuestro ser... Parecía que nadie de los participantes quisiera articularse. Sin embargo conseguimos una o dos estrofas en voz alta y melodiosa. Los comentarios resumiendo las impresiones fueron gratificantes e instructivos para poder hacerlo mejor la próxima vez.
Bellas experiencias, momentos felices que perduran hasta hoy. El silencio es una actitud. Estamos siempre a un pensamiento del silencio. Basta acordarse de su belleza y de su importancia para nuestro desarrollo espiritual.
Muchas gracias por hacerlo posible - por vuestra confianza y por lo que he podido aprender de vosotros.
Namaste
José Antonio